¿ES NECESARIA LA REFORMA AGRARIA?
“Es necesaria, es necesaria la reforma agraria” narraba una vieja canción de protesta como un latiguillo al oído desprevenido de aquellos con más hormigón que campo y que ven los animales o la realidad del agro, cada año en la rural del prado.
Sin embargo en un país donde la tierra ha significado poder económico y por añadidura político y social, el poseer grandes extensiones de campo ha sido y sigue siendo una forma de asegurarse por generaciones las condiciones de acumulación de riqueza menos complicada, aunque muchas veces la naturaleza se encarga de igualar los tantos, con otras formas productivas e incluso dentro del agro subsisten realidades vario pinta con resultados muy diferentes.
No hace muchos años tener 1000 hectáreas de campo sobre basalto o cristalino no aseguraba ni siquiera la subsistencia de una familia numerosa y sin embargo conozco un colono alemán, que con 17 hectáreas pudo formar una familia de dos hijos en condiciones muy buenas para incluso multiplicar su propiedad simplemente trabajando con excelente tecnología bajo la sombrilla de una colonia, donde siempre hubo respecto por el interés colectivo.
Cada vez que un partido político ha querido marcar la cancha con cierta incredulidad reformista o incluso revolucionaria ha puesto en su plataforma la reforma agraria, sin explicar demasiado como sería y que ventajas tendría sobre sus beneficiarios.
En su momento hasta el Partido Nacional tan vinculado al campo tenía sectores que hacían propuesta en tal sentido, estuvo en el primer programa del Frente y por supuesto en los grupos guerrilleros, hoy es casi un slogan sin demasiado asidero siendo solamente la Unidad Popular quien le reivindica con cierta anemia discursiva o para mantener inalterado sus principios fundacionales, en contraste con la coalición de la que formó parte.
Desde siempre los sectores que no compraban el concepto radical de reforma agraria han dicho que Uruguay contaba con la ley de colonización del año 1948, que fue un anticipo pacífico y paulatino para revertir la concentración del recurso en pocas manos, todo lo cual fue sintetizado como la generación del latifundio o el minifundio, como dos polos que poco ayudaban al desarrollo del país.
Incluso aunque parezca un chiste, había grandes estancieros que afirmaban que la reforma la hacían en la cama haciendo muchos hijos que luego deberían repartir sus posiciones para seguir produciendo en áreas más pequeñas y se suponía con mayores rendimientos; y si bien algo de esto ha sucedido en general, son algunos descendientes los que siguen mientras otros venden sus partes o incluso son nuevos propietarios que vienen de sectores ciudadanos con gran acumulación de dinero.
Podría poner muchos ejemplos de propietarios que se han mantenido desde hace muchos años en el campo con grandes extensiones y siguen produciendo en forma extensiva, con poco valor agregado e inclusive desde que se eliminó el IMPROME (IMpuesto a la PROductividad MEdia) sus aportes al bienestar general es muy discutible. En el otro extremo, el minifundio con sus limitaciones ha sido un seguro factor de la baja de productores desde el campo y/o de la imposibilidad de absorber las nuevas generaciones rurales, siendo seguramente el responsable del ensanchamiento de muchos cinturones de pobreza de las grandes ciudades.
A propósito desde ya quiero afirmar que prefiero una vida de subsistencia en el campo con todos sus inconvenientes, que la cercanía con la ciudad sin tener sus beneficios y si la posibilidad cierta de adquirir todos sus miserias. Les recomiendo escuchar el chotis de los López que hicieron 2 exalumnos, como componentes del dúo Tantoman,
donde describen la vida de esas familias que terminan en los cinturones, sin retorno o regreso a formas civilizadas de cambiar su destino, por eso afirmo que sería mejor gastar recursos del estado para mantener a la gente en la tierra antes que hacerlo como ahora, tratando de eliminar asentamientos(aclaro que en este caso hay personas que fueron desalojadas por la propia ciudad durante largas crisis o falta de oportunidades).
Desde la creación del Instituto de Colonización hasta nuestros días ha habido periodos muy fructíferos, especialmente al comienzo, en sintonía con las condiciones económicas y sociales de nuestro país.
Los vaivenes de la economía repercutieron directamente en los emprendimientos menores y la evolución de las familias fueron cortando el vínculo con el campo, pero lo más destacable ha sido el aprovechamiento de la escases de recurso de los colonos por algunos vecinos con mejores estados financieros e incluso por algunos participantes de las colonias, que fueron revertiendo el reparto original que había realizado el organismo.
En algunas colonias que arrancaron de campos grandes que fueron comprados y fraccionados para su venta y/o arrendamiento posteriormente se dieron traspasos hacia aquel o aquellos que le iba mejor, realizándose una reconcentración de la tierra subdividida.
En el artículo uno se afirma que Colonización fue creada para una subdivisión racional de los campos y la mejora del bienestar del trabajador rural, lo cual se cumplió muy bien al comienzo, pero que se fue desvirtuando con el tiempo.
Recuerdo en el año 1975 cuando un compañero asumió el cargo técnico en la colonia 33 orientales cerca de Chamizo en Florida y me dijo: “primero debo asegurar la alimentación de los colonos con su familia y luego la mejora técnica de sus parcelas”.
Durante los diferentes gobiernos se politizó demasiado el organismo, habiendo muchos colonos inventados que por influencia o simplemente comprando el derecho fueron haciéndose de campos para fines complementarios de sus predios o para producciones más de esparcimiento que productivas, aunque la gran mayoría de los residentes permanentes son de autoconsumo.
En los últimos años durante el gobierno del Frente se creó una renta diferencial para aquellos que no residían en los campos, condición esta que se fue aceptando especialmente cuando algunos productores o/y profesionales accedían a lotes en colonias o individuales.
La inversión durante los años previos al Frente Amplio fue muy acotada y si bien por ley todo aquel campo que se comercialice mayor a 500 hectáreas CONEAT (superficie por el índice), debe ser ofrecido a Colonización; si no hay interés, lo cual se asocia a recursos para comprar, queda liberado para su venta a terceros.
En los últimos años se ha agregado que el valor de los campos ha sufrido un aumento considerable, con lo cual se parte de necesidades muy elevadas para instalar nuevos colonos en el territorio, igualmente se hicieron compras importantes, mientras que el actual gobierno ha manifestado su intención de no hacerlo.
Radicar una familia en el campo resulta muy oneroso, porque no es solo el predio hay que dar créditos para la vivienda y el funcionamiento productivo, todo lo cual termina siendo una cifra muy elevada, sobre todo cuando hablamos de varias familias.
Comprar un campo de 1000 hectárea en una zona intermedia a 4000 dólares significan 4 millones de dólares y si queremos instalar 10 familias deberíamos pensar en el doble de lo que salió la tierra, con lo cual estaríamos invirtiendo grandes sumas de dinero en proyectos que generalmente en el corto a mediano plazo no vuelven.
Modestamente me parece que actualmente sería mejor ampliar los predios existentes, que necesitan mayor superficie para producir eficientemente (con la salvedad de algunos lugares por ejemplo sobre la ruta 1, donde la hectárea sale de 8 a 10 mil dólares y algunas producciones no compiten, por ejemplo lechería).
Existe otra situación que debería atenderse en aquellas familias numerosas que quisieran seguir en el campo y necesitan campos para nuevos emprendimientos, no tengo duda que actualmente lo mejor es que esos jóvenes agrarios que así lo deseen, se puedan quedar en su ambiente productivo (a diferencia de llevar gente desde lo urbano sin conocimiento y experticia en las tareas rurales).
Otra experiencia exitosa que habría que seguir estimulando son los campos de recría, para el ganado lechero, que incluso se podría extender a la generación de terneros de ganado de carne.
De igual forma existe una experiencia (quizás ya haya otras) para realizar agricultura en forma cooperativa y obtener alimento para el rodeo lechero en producción, habiéndose realizado la primera experiencia cerca de San Ramón con éxito, siendo una forma de agrandar el campo, sobretodo en la lechería actual, donde lo que entra en ración externamente es cada vez más importante.
El Instituto Nacional de Colonización sigue siendo una herramienta válida para mantener a muchos jóvenes de la campaña aprovechando su experiencia acumulada, debiéndose ayudar con técnicos e incluso con vías especiales de crédito.
Considero infeliz haber puesto la colonización de frente con los asentamientos cuando son parte de un problema compartido, si le quitas recursos a uno incentivas el otro, siendo cada día más trabajoso acercarse a solucionar los problemas de ambas situaciones.
Por lo tanto, a fortalecer de recursos para eliminar asentamientos pero sin afectar lo ya asignado a los colonos, exigiendo mejor gestión de los recursos, eliminando posibles desvíos personales de algunos aprovechadores de la necesidad de los productores y creando nuevos proyectos dentro de los objetivos básicos de la ley, todavía sigue siendo un freno a la emulación de recetas de otros países, que sabemos fracasaron, la experiencia uruguaya con retoques sigue siendo exitosa.
