AHORA SÍ EL TURISMO SERÁ UN CARNAVAL
Por siempre Uruguay ha cultivado la fiesta de carnaval como el acontecimiento más popular e importante que se realiza durante el año, moviendo según los datos más personas que los campeonatos de fútbol.
Todos somos contestes que la fiesta de momo ocupa casi un cuarto del año o más con sus preparativos, ensayos, ruedas de clasificación o de vencedores, así como todas las instancias posteriores como las llamadas de invierno o simplemente las actuaciones de aquellos conjuntos, que aceptan el desafío de permanecer casi todo el año.
Carnaval es sinónimo de cultura popular y se dan cita al comienzo muchos aficionados con actitudes histriónicas o simples cultores de la poesía barrial, pero con el tiempo la incursión de actores profesionales, figuras del hacer teatral, escenógrafos por ejemplo, o músicos con formación fueron dando a esta manifestación un contenido más emparentado a la oferta cultural general.
El declive de la propuesta televisiva, aunado a la falta de formación de sus principales comunicadores hace que perfectamente aquellos componentes de murgas, lubolos, humoristas, parodistas o revistas puedan incursionar en los programas de entretenimiento sin más destaque que poner su carita de felicidad compartida, aunque dejen muy poco de aprendizaje, para quienes reciben el mensaje.
“Habría que matar al mensajero”, pero como estoy a favor de la libertad aconsejo simplemente no perder demasiado tiempo mirando programas conducido por gente sin recursos personales en cuanto a su conocimiento profundo del acontecimiento de la sociedad, y apostar a profundizar en leer más para cultivar nuestra propia versión del diario acontecer.
Hace poco murió Jesús Quintero, conocido como el perro verde y dejó una joyita como mensaje que recomiendo a todos escucharle; donde identifica a los nuevos comunicadores como personas sin formación e inclusive información por no leer o estudiar un poquito, y reitera “un poquito más, un poquito más” como un pedido necesario para mejorar su performance ahora que tienen un micrófono entre manos.
Todo sabemos que tenemos el carnaval más largo del mundo y sacando la época escolar la avidez por esta manifestación popular uruguaya es casi unánime, aunque en los últimos tiempos ha sufrido una politización importante llegando a que figuras como el flaco Raúl Castro de la Falta y Resto siendo notorio participante de la propaganda del Frente Amplio dijera, que habían trasladado algunos conjuntos el comité de base al escenario, en una actitud militante pero a su vez demagógica (esto lo digo yo que vi actuar a Menecucho o a la Soberana).
No es bueno aprovechar cualquier manifestación cultural para tirar línea partidaria; criticar todo lo posible pero arengar en favor de algún partido no, esto es para otro tipo de aglutinamiento donde la mayoría de los concurrentes saben a qué van y si no están de acuerdo perfectamente pueden retirarse; esto es muy difícil cuando la propuesta es variada y también el entorno familiar donde habrá algunos que estén de acuerdo y otros que deberán soportar la diatriba de un poeta del asfalto con la camiseta puesta.
Con sus pro y sus contra el carnaval sigue siendo un vehículo importante de concurrencia de las personas más humildes y otros que no tanto, porque su esencia esta en cualquier uruguayo a flor de piel, pero inevitablemente algunas manifestaciones dentro del espectáculo carnaval, como la murga son más demandadas por los ciudadanos con menores recursos.
Si bien ha cruzado el charco la murga uruguaya teniendo la atención en países vecinos por sus coros y mensajes de reivindicaciones generales que hacen de su aceptación en cualquier escenario, sin embargo no hay dudas que las comparsas lubolas concitan la mayor adhesión internacional, por su lenguaje específico y el despliegue de sus músicas acompañadas de sus danzas.
En un congreso que concurrí a Cuba una noche ofrecían un espectáculo que se denominaba la historia del tambor y no tenía nada que fuera muy diferente a nuestras comparsas con sus puestas en escena, claro la diferencia era que costaba 25 dólares estando acompañada de una cena frugal.
Por lo tanto si queremos atraer turistas me parece que lo mejor es extender la propuesta de las llamadas a toda la costa incluido el litoral con sus bailes y la música que emana de la conjunción de muchos tambores, incluso con algunos vientos o cuerdas que mejoraran su sonoridad (el recuerdo para Romeo Gabiolli que me place escucharle).
Ahora todo bien con el carnaval, pero que me perdone el intendente de Salto, si hay un lugar poco consustanciado con el candombe es esta ciudad donde existen murgas y algunas reminiscencias de las comparsas brasileras, siendo una copia aceptable en Artigas pero que se desdibuja en Salto o en Gualeguaychú, por lo tanto difícil para capricornio o que el chancho chifle (le hice un dos por uno a don Lima), por lo tanto deberá conformarse con la concurrencia local y vista la actual situación no creo que les de la nafta para concurrir en todo el periodo propuesto.
Salvando la distancia me da la impresión de que se asemeja a las medidas de Maduro, cuando adelanta la navidad para dar mayores oportunidades a sus compatriotas de compra, lo que parece una burla cuando estamos en presencia de una sociedad que se encuentra en paupérrimas condiciones económicas para subsistir, por lo tanto menos para andar haciendo compras navideñas.
Creo que al intendente le está faltando imaginación para combatir un problema que abarca a todo el litoral uruguayo que limita con Argentina, y debería proponer cero IVA como se aceptó recientemente para los hoteles y hacer ofertas gastronómicas subsidiadas que atraigan al público nacional y en parte a sus vecinos (que comience por sacar los tributos municipales a los comercios que tiene la mayor competencia desde Argentina).
No tiene sentido embarcarse en la contratación de figuras argentinas como está pasando en Montevideo y en el este; todo bien que vengan pero no son solución económica sino por el contrario levantan la bolsa pagan los gastos y se toman el avión, poco o nada dejan para activar la economía litoraleña alicaída por los precios allende el Uruguay.
Como dice Pinocho Routín y Pitufo Lombardo en su murga madre, “es tan grande lo que pasa en carnaval que la tierra se confunde con el cielo”, pero los gobernantes deberían tener los ojos bien abiertos para no confundir aserrín con pan rallado (sigo con las frases hechas se ve que ando pobre de lenguaje), porque se puede llegar al extremo que la población al no ver salidas comience a emigrar nuevamente dentro del país y hacia afuera.
Es curioso que se proponga al carnaval para fomentar el turismo, es evidente que luego de buscar alternativas no se encontró nada serio para poder atraer a los visitantes, quizás si le brindamos buenos show cuando bajan de los cruceros quedan entusiasmados y regresan de nuevo, esos turistas ya no tienen tanta contención por la diferencia cambiaria.
