OJEDA

Sin duda alguna, Orlando Petinatti es un gran comunicador y durante años ha conseguido sin esfuerzo que la gente lo escuche y esté pendiente de todo cuanto dice. Todos los que se ponen frente de sus micrófonos pasan por varias pruebas de conocimiento, como si fueran juegos psicológicos a través de los cuales se van descubriendo sus personalidades. Estar en ese estudio radial garantiza acercarse a una buena parte del país; por eso los políticos aguardan el momento de ser convocados por Petinatti a sabiendas que él los puede rociar con nafta acercándoles una cerilla encendida. Fue así que le llegó el turno a Andrés Ojeda. No sé cuántas veces fue invitado a ese programa, pero hubo una secuencia que fue posteada en Instagram debido, suponemos, al impacto que causó. Ocurrió antes de ser electo como candidato único de la colectividad de Rivera y de Batlle para las próximas Elecciones Generales. En determinado momento, a manera de un posible sondeo sobre sus conocimientos partidarios, el conductor le preguntó cuál era la fecha de fundación del Partido Colorado. Ojeda se llevó una mano a la frente, buscando un 1836 que no aparecía por ningún lado. Acto seguido, Petinatti le preguntó el nombre del Presidente colorado que había asumido la Presidencia de la República en 1967. Posiblemente Ojeda, en alguna oportunidad, escuchó o leyó que ese fue el año de la asunción de Jorge Pacheco Areco, aunque eso no afloró en su entramado neuronal y el silencio, seguido de algún monosílabo, fue la respuesta. ¿Qué es lo que a los radioescuchas les quedó claro con la presencia de Andrés Ojeda en «Malos Pensamientos»? ¡Que es el ciudadano que el Partido Colorado necesita en estas instancias y que es un gran candidato a la Presidencia de la República! Sí, señor. Pero… ¿por qué? Porque hoy día a la gente poco y nada le importa cuánto puede saber un político, devenido en candidato, aun de su propio partido. Porque en los tiempos que corren un candidato es el reflejo de sus votantes y los votantes son el reflejo del candidato. Si los votantes o, mejor dicho, el núcleo duro del partido no le piden filosofía ni cultura, Ojeda no tiene razones para brindar eso. A quienes, verdaderamente conocen a fondo la historia del Partido Colorado y están consustanciados con el principismo batllista no se les da demasiado corte ya que no resultan atractivos. Ojeda, con un conjunto de frases sin demasiada profundidad y solidificando los puentes hacia la Coalición Republicana está más que cumplido. Dejó en claro que no se postuló para ganar sino que lo que pretende es impedir un triunfo del conglomerado de izquierda. Así lo manifestó no bien se conocieron los resultados. Pero… ¿cómo? ¿Acaso Ojeda no quiere ganar? Allá en el fondo de su psique seguramente se ve con la banda cruzándole el pecho, sin embargo si mira a su alrededor se convence de que no puede y eso es malo para el Partido Colorado porque arranca perdiendo. El excepcional emprendedor y empresario norteamericano que fue Henry Ford, dijo una vez: «tanto si crees que puedes, como si crees que no puedes, estás en lo cierto». La frase se aplica a la perfección al momento que estamos viviendo. Mario Vargas LLosa, por su parte, manifestó que «la cultura es una realidad autónoma, hecha de ideas, valores estéticos y obras de arte literarias que interactúan con el resto de la vida social y pueden ser fuente de fenómenos sociales, económicos, políticos e incluso religiosos». Desde hace años, Uruguay ha vivido una modificación muy profunda en el modo de pensar de la gente que se ha traducido en una serie de cambios drásticos en la forma de ver la política. El inicio que ha tenido la campaña para octubre, las determinaciones tomadas en otras tiendas, nos dicen que Ojeda puede llegar a recibir una cantidad importante de votos, tal vez superior a la de los últimos candidatos que ha tenido su partido. Y va a tener que lidiar para que, en el caso de que obtenga esa votación, no se la atribuyan únicamente a la coyuntura política que vive el país. Si busca liderar, tendrá que someterse a cambios drásticos a todo nivel. Convengamos que el principismo del que todos los partidos alguna vez hicieron gala ha perdido consistencia. La gente que camina por el shopping, la barra que agita las banderas en la cancha y los que recorren las góndolas de cualquier supermercado, entre otros tantos, no están para disquisiciones doctrinarias porque no les interesan. No se mira a los más preparados sino a los realmente audaces y éstos son los que saben leer correctamente cada momento político. Ojeda leyó que el Partido Colorado, en muchos aspectos, se había anquilosado. Que los principales dirigentes no tenían demasiado predicamento en la sociedad. Que él era, de pronto, el que mejor daba una imagen visual atractiva. Que con poco les ganaba a sus contendores. Con eso y unas cuantas arengas «de peso», la mesa estaba lista. Y lo está. Pero los platos siguen vacíos.