DESDE LA MÁS LUJOSA CÁRCEL

No son demasiadas las veces en la historia en las que sobre un acusado pesa una cantidad tan grande y tan contundente de pruebas en su contra como en el caso de Cristina Fernández de Kirchner. De pronto el proceso que se le promovió es comparable al Juicio de Nuremberg, cuando los jerarcas de la barbarie nazi fueron puestos ante un tribunal internacional que los condenó por los crímenes cometidos en una época tan oscura para la humanidad. La prensa mundial ha abundado sobre lo que ha sido el proceso que a la expresidenta se le ha llevado a cabo y las posibles dudas sobre su condición de culpable hace ya buen rato que fueron esclarecidas Argentina vuelve a ser de las naciones con un mandatario tras las rejas. De todas maneras, algunos de los partidarios de la condenada pretenden que la misma, desde su casa, ya que la pena será de arresto domiciliario, continúe ejerciendo el liderazgo del partido que la llevó al poder. A nadie se le puede ocurrir que el cómodo encierro a cumplir le haga perder influencias. La condena es de seis años con el agregado de que nunca más podrá ocupar ningún cargo público. Esto último no deja de ser una enorme tranquilidad para propios y extraños. El gran tema es la causa Vialidad, la cual se concreta con la adjudicación de obras públicas a un empresario de su pelo político, Lázaro Báez, ignorando olímpicamente todas las disposiciones legales al respecto. En concreto, benefició a su amigo y como no podía ser de otra manera, ella se llevó una suculenta tajada procedente de la maniobra. O sea que la señora, a quien todo el mundo llama CFK tal vez para liberarse de escribir el nombre completo, utilizó la Ley en beneficio propio, ambientando «transas» con sus amigos. Le fue por completo imposible anular las pruebas de su participación en las maniobras en cuestión. Nada tiene que ver todo esto con la muerte del Fiscal Nisman, quien fue encontrado muerto a pocas horas de exponer una serie de hechos que comprometían a la entonces presidenta. Como tantos episodios en la historia de ese país, quedó en brumas y prácticamente no hay esperanzas de que la verdad sobre Nisman vea la luz. Llegó un momento en toda chicana legal fue inútil y los magistrados no prestaron más atención a ninguna de ellas. La condena está firme y debe cumplirla. Una parte importante del pueblo argentino está en paz; sin embargo, todavía hay gente que no acepta la irrefutabilidad de las pruebas y cree que todo es un plan contra «la jefa». De aquí en más es mucho lo que puede pasar. Si bien CFK no va a poder rebasar los límites de su domicilio, es seguro que continuará impartiendo órdenes a sus prosélitos y éstos, dado los códigos que manejan, las cumplirán al pie de la letra. Para alguien que está en una situación como ella, lo deseable sería que instara a su gente a mantener la calma, que respetara a las autoridades hace tiempo electas y que quienes quieran seguir transitando el camino de la militancia política lo hagan de acuerdo a sus convicciones, pero sin rencores. Pero, en este caso, a la luz de todo cuanto ha pasado, abrigamos grandes dudas, aunque no se debe descartar la posibilidad de que aparezcan figuras de recambio con otra mentalidad lo que redundaría en beneficio de todo el sistema. Ya veremos quién la sucede como candidata ya que, aún desde los lujos de su casa y al menos por ahora, va a seguir siendo el poder desde las sombras; quizá desde las mismas sombras que enmarcaron toda su actuación al frente del Poder Ejecutivo de su país. En Argentina es muy difícil pedir calma y, más aún, en momentos como los actuales. Y pensar que pudimos ser un mismo país, si no hubiese sido por la intervención inglesa y la Convención Preliminar de Paz de 1828.