EL HÍGADO Y LA ECONOMÍA
La “patada en el hígado de la economía” como definió el Secretario de Presidencia al paro o huelga en el Puerto, dibuja con crueldad y realismo las consecuencias que sufrirá el país en un momento que se espera de la exportación el empuje imprescindible para el despegue tras el engorroso período de pandemia.
Siempre se observa si la detención de trabajo es voluntario u obligado por el sindicato o agrupación. Si las medidas colectivas, como medidas de presión, tienen o no conflicto laboral o social, pero que sus motivos no se transformen en actitudes políticas ocasionales y de oportunidad. Nadie duda de la constitucionalidad del derecho de huelga o paro. Se duda sí, del momento y oportunidad de su aplicación.
La libertad sindical tiene parámetros que reconocen obligaciones mínimas, como el mantenimiento de servicios mínimos imprescindibles e irrenunciables. Esta huelga de operarios en el Puerto de Montevideo, con un cierre total de tareas, sigue a las medidas de fuerzas adoptadas en la segunda planta de UPM y se emparentan con la detención de tareas en el abastecimiento de las plantas de super gas. Son muchos movimientos de fuerza paralelos y consecuentes con determinadas instancias políticas, que se manifestaron en reiteradas interpelaciones parlamentarias, en un clima enrarecido que no hace pie, en el lógico y sano desempeño de las autoridades gubernamentales. La libertad sindical no debería manejarse como instrumento irrestricto de presión.
Aquí las autoridades sindicales tienen la oportunidad de manifestarse con prudencia y ecuanimidad. Quizás con la falta de prudencia y ecuanimidad que se manifestó la oposición en las interpelaciones. La conjunción de oposición y PITCNT en un juego concertado, puede crear un ambiente de difícil aceptación ciudadana, cuando se confunde lo político con lo gremial, en un intento de fundamentar la ya famosa “grieta” ilógica e inexistente en un país como el nuestro, de fuerte ascendiente democrático. Hoy como nunca es preciso poner seriedad y aplicación a los sagrados deberes del trabajo, cuando estamos por iniciar las negociaciones del pacto comercial con China, que nos asegure amplia y beneficiosa colocación de productos en el gigante asiático.
Y aún más, cuando el Presidente de Chile viene a abrirnos las puertas del Pacífico, como otra gran oportunidad comercial a la par con los países del oeste sudamericano. No es el momento oportuno de mostrarnos renuentes al sacrificio por parte de la ciudadanía trabajadora. Es el futuro que hace tanto tiempo estamos esperando y que hoy llega a nuestro alcance, para no perder la oportunidad de su beneficio. Ignorarlo sería cruel y suicida.
