MÁS QUE COMPLICADO

La campaña política, como nunca esta vez o cada vez más con el transcurso del tiempo, se ha vuelto un trasiego de acusaciones sin sentido, así como una menage de cuestiones casi personales que no llevan a aclarar las ideas que, se supone que los actores en la escena están llevando adelante. Por cierto que esto no es algo bueno para el país. Muy poca gente puede expresar con claridad lo que espera de esas personas a quienes se les conoce como «políticos». Lo que más preocupa es la resignación con la que muchos están observando el panorama. Hay que decirlo; no se ve, en casi ningún lado una exposición concreta de motivos, que dejen en claro las razones que cada uno tiene para aspirar al poder. Por el contrario, todos parecen jugarse enteros para obtener su «parcela» de poder. Dicho con otra palabras, lo que se ve que intentan es «asegurarse» por los próximos años. Es probable que aquí se estén siguiendo los lineamientos impuestos en el mundo entero a través de las redes sociales. El término «fake news» aparece como una solución para explicar todo. Lo bueno y lo malo. Lo posible y lo que no lo es. El punto es que la mayor parte de la gente padece el bombardeo porque, quien más quien menos, todos acceden a las plataformas de Internet y a las redes sociales con enorme facilidad. Todas las escalas etarias están expuestas pero lo preocupante son las menores, o sea la de los chicos adolescentes o adultos jóvenes que son los que están más pegados al celular. Nadie los está convocando a un debate de propuestas que le sirvan al país; nadie los invita a discutir ideas ni a reafirmar principios. Convengamos que muy pocos están reparando en el tema de los principios y, de apurarnos un poco, podemos llegar a observar que muchos no tienen idea del significado del término. Hace muchos años, gente que ya no está o si está es muy mayor, nos hablaba de algo que nos quedó en la memoria: «el hondo discurrir». Significaba ahondar en cada uno de los temas y llegar hasta las líneas directrices que los proyectan. Se buscaba acceder al fondo de cada cuestión, tratando de ver la filosofía que inspiraba cada una de ellas. En resumidas cuentas se exhortaba a «pensar»; «avivar el seso», como decía Manrique en las «Coplas a la muerte de su padre». Les recomiendo buscar en Internet este poema. «Pensar es el trabajo más difícil, por eso hay tan poca gente que lo hace», dijo Henry Ford. El tema es que, hoy por hoy, pensar no interesa, carece de sentido o, ¡vamos, no tenemos tiempo para eso! Les aseguro que nadie se va a esguinzar por intentarlo. Y justamente ahí está el tema. Si no pensamos, de seguro que otro lo hará por nosotros y ese «otro» puede ser cualquiera. Muchos políticos, dije «muchos» y no «todos», están llevando a la gente como si ésta fuese un grupo de autómatas que es dirigido desde una mente muchas veces siniestra. El tema es hacerse de los elementos que permitan llegar a la mente de cada uno y, desde allí, empezar a manejarlos. Del otro lado sólo hay palabras en el desierto. A pesar del impío bombardeo al que nos han sometido, quedan algunas plumas y voces que buscan iluminar la caverna aunque el resto de la gente mire para otro lado. Si nos dimos cuenta de que nos ha llegado otra vez la hora de decidir y que con esos papeles que se meten en el sobre que cae en la urna construimos nuestro destino y gran parte del destino de los que vienen, sería de orden aquietar un poco la mente y centrarse en lo que dicha construcción significa. Pero el reggaeton suena fuerte y las luces queman las pupilas, las críticas abundan y todo se reduce a saber cuántos somos y si ese número me alcanza para meterme en el pelotón. Siendo así, todo está bien y habrá valido el estrés acumulado durante meses. Y la noria sigue girando.