sería el gran momento
Los afiches puestos en los árboles de la plaza y la propaganda que se ve por doquier causan alarma e impotencia. ¿Dónde están las chicas que desaparecen sin dejar huellas? ¿Adónde van? ¿Quién o quiénes se las llevan lejos de sus familias? Ya nadie duda de la existencia de grupos delictivos, «mafias» hablando claro, que realizan una siniestra labor en todas partes individualizando personas para secuestrar, a los efectos de que sirvan para determinados fines. De enorme significado, por todo cuanto ha debido padecer, es el caso de Nancy Baladán. El mismo es, de por sí, emblemático por tenerlo tan cerca. Por aquí nomás; de Pando. Si el amable lector hace un leve esfuerzo empático y se pone tan sólo por unos segundos en la piel de Nancy, seguramente sentirá contracciones muy fuertes en su interior. Una chica que cuando se va a dormir, recibe un llamado telefónico. Sus planes se cambian de inmediato y sale presurosa hacia la plaza de Pando. Los cinco minutos que habría de demorar, según se lo había dicho a su madre, se transforman en horas, días, semanas, meses y años: nunca apareció. La Sra. Baladán llegó a enfrentarse con el propio Estado que, a través del Departamento de Personas Ausentes le comunicó la terrible noticia de que no la podía ayudar. Como si eso fuese poco, se enfrentó en plena calle a un tipo con un revólver que le ordenó «no seguir revolviendo mierda». Según se ha dicho, «hay pruebas que se extravían» y los registros en cuestión no son para nada confiables. Preguntamos: ¿Acaso hemos llegado al punto en el que, por el hecho de que las desaparecidas pertenecen a sectores humildes de la población, no son tenidas en cuenta como es debido? Si la respuesta es afirmativa, el Uruguay tiene un problema muy grande. Hay un colectivo llamado «Dónde están nuestras gurisas» (DENG) que se formó como consecuencia de la falta de respuestas efectivas por parte de las autoridades. Como en lo que tiene que ver con la droga, en relación a la «trata», Uruguay es un país de tránsito y hace dos años se sostenía que no estaba cumpliendo con las normativas en vigencia para combatir y eliminar esta clase de delitos. Somos pioneros en muchas cosas pero en esto estamos a la cola. El tema interpela a todos y mucho más cuando no hay soluciones a la vista. Si en los Juzgados se pierden expedientes y las declaraciones más importantes se caen de los mismos como gotas de agua, está claro que podemos hablar de una o varias organizaciones que están ganando mucho dinero con todo esto. El domingo próximo, no solamente habremos de votar para elegir representantes. No vamos a hacer vaticinios de los posibles resultados; a éstos los vamos a esperar en calma. Pero, sea cual sea la decisión del soberano, quien vaya a sentarse en el sillón de la Torre Ejecutiva, tendrá que impulsar políticas que lleven al esclarecimiento de estos casos. No sirve para nada decir que se trata de un problema que aqueja a todas las sociedades en estos tiempos. El dolor de los padres no admite una respuesta tan abyecta. Se trata de lo que somos como nación; de la nación que queremos ser y en esto está en juego la moral de quienes deciden el destino de todos. quede claro que también votamos por todas estas mujeres jóvenes y no tan jóvenes cuyas vidas y las de sus familias han sido destrozadas por los mercaderes de la desgracia ajena.
