«LA BANALIDAD DEL MAL»
Entrecomillé el título de esta nota porque la frase en sí, no me pertenece. Es de la escritora y periodista alemana Hanna Arendt quien debió emigrar de su país por diferencias con el régimen nazi. Dijo dicha frase refiriéndose al criminal de guerra Adolf Eichmann quien, según ella, era un asesino brutal y despiadado como lo tildaron en todas partes, pero, más que nada, era un burócrata que fue uno de los engranajes de un sistema de exterminio pergeñado por una mente siniestra. Si vamos al caso, por supuesto que era un asesino en toda la acepción del término, aunque por causas diferentes a las que se le atribuyeron. Salvando las siderales distancias, el tema del Intendente Guillermo Besozzi en Soriano, guarda algunas similitudes con el caso mencionado. Por las dudas, no se cosa de que a alguien, despistado por cierto, se le ocurra decir que estoy buscando exculpar a Eichmann, desde ya manifiesto mi más absoluta repugnancia hacia el nazismo y mi total solidaridad con las víctimas de éste. Tampoco pretendo comparar al Intendente de Soriano con tamaño individuo. A Besozzi se le está acusando de corrupción o sea de haber cometido una serie de acciones reñidas con la Ley o con la forma en la que tendría que operar un Gobierno Departamental. Las imputaciones son varias y de toda clase. Se ha dicho en su defensa que no hay Intendente que no se maneje como lo ha hecho éste y que conductas como la suya se extienden por los diecinueve palacios departamentales. Se sostiene, por parte de sus compañeros de causa, que la Fiscalía, titular legal de la acusación, se está manejando con criterios políticos con lo que, tal vez, se quiera decir que obedece a un plan para desestabilizar intendencias de dicha fuerza partidaria. Besozzi, a solicitud de la Representante del Ministerio Público, está guardando arresto domiciliario. Nunca se ha visto que alguien a quien se le impusiera esa clase de medida preventiva llame a los comunicadores para proclamar su inocencia. En su condición de hombre político, aprovecha la volada y de paso anuncia que será otra vez candidato, sin importar desde dónde tenga que hacer su campaña. ¡Mirá vos! Si Juan Pérez, que está guardando arresto en su casa en tanto se dilucida su causa, no puede convocar a la prensa para decir que, a su criterio, la Fiscalía que lo acusa se está equivocando, Besozzi tampoco podría hacerlo. «Igualdad ante la Ley» que le dicen. A Besozzi lo acusan de hacer política pura y dura con el cargo que ejerce. De entregar materiales a votantes suyos que se lo piden. De pagar con dineros municipales el hospedaje de dirigentes de su partido en hoteles de Soriano. De contratar maquinaria cuyos dueños aportaron a su campaña política. De cambiar arreglos de caminos vecinales por votos. Del pago doble de horas extras y de otras tantas infracciones. Nadie puede salir a defender a un gobernante departamental, diciendo que ese tipo de cosas se hacen en todos lados; lo que está bien, está bien aunque no lo haga nadie y lo que está mal, está mal aunque se haga siempre. ¡Claro que hay prácticas políticas para nada correctas, que son utilizadas desde tiempo inmemorial! Hasta los escolares lo saben porque se han hecho costumbre a lo largo de los años. Sin embargo eso no debería suceder así y si se lo permite, estamos banalizando acciones que, vistas en puridad, son dignas de reprobación y perjudican a mucha gente. Los gobernantes no pueden conducirse con esa clase de criterios. No tiene nada que ver el signo partidario del imputado porque no hay ningún partido político que pueda monopolizar la honradez y eso está archi comprobado. Todos, alguna vez, se han equivocado y todos tienen acciones reprochables. Está bien que la Justicia investigue cuando hay denuncias concretas o sospechas, aunque a veces parezca una exageración. Aquí las hubo y una Fiscalía, en cualquier parte del país, no puede permanecer indiferente, aunque los hechos que se ventilan sean moneda corriente en el ámbito político. Y la Fiscalía debe ser absolutamente neutral y objetiva. Lo verdaderamente preocupante sería que las investigaciones por presuntos actos de corrupción se dirigieran únicamente a ciudadanos públicos de determinadas corrientes de opinión. Hoy día, la política, como actividad, está desprestigiada porque se constataron acciones, de todos, vuelvo a decir, que hacen que la gente pierda la confianza en el sistema, más allá de quien gane o de quien pierda. Para recuperarla hace falta ponerse firme frente a esta clase de actos.
