abril 28, 2025
Master Escribe Cardozo

Como solía decir aquel famoso vendedor de los ómnibus que subía tanto en Pando como en Barros Blancos con el fin de ofrecerle al pasaje una famosa pomada que lo curaba todo: «Bárbaro, fabuloso y espectacular, ¡explotó la bomba!» y ahí comenzaba a cantar loas sobre su producto. Revivo la expresión en este momento ya que la considero apropiada para referirme a dos hechos que trascendieron esta semana. El primero de ellos fue la denuncia que se presentó contra el expresidente argentino, léase títere de los K y gobernante desastroso que hundió con otros a su pueblo en la miseria, Alberto Fernández. Su señora esposa, Fabiola Yañez, lo mandó a los palos por violencia de género. Como abogado he tenido cientos de esos casos, por lo tanto no me sorprende que una mujer denuncie a su marido por algo como eso, pero el punto aquí es que la denuncia recae sobre un individuo que deploró en público el hostigamiento de los hombres hacia las mujeres. Hay que verlo a este señor, hablando contra la violencia de género en tono casi patriarcal, como si el respeto que ambos sexos, así como  cualquier otra opción sexual, se deben entre sí hubiese sido un invento suyo. «Violencia física y hostigamiento». Golpes y amenazas. Fernández no sólo había sido, con su comportamiento y expresiones, un verdadero muñeco elástico en manos de la mafia kirchnerista, sino que ahora también es acosador y golpeador.  Doña Fabiola, a decir verdad, no es un dechado de virtudes. En plena pandemia, cuando todo el mundo se refugiaba procurando alejarse del mortal virus, organizó su propia fiesta de cumpleaños en la quinta de Olivos; ese es el tipo de fardos que quien los carga no se los saca así nomás de encima. Convengamos en que por más que haya ambientado una fiesta cuando todo el mundo se resguardaba, no la hace acreedora de violencia en ningún sentido. La orden de restricción con la prohibición de acercamiento y comunicación para Alberto Fernández no se hizo esperar. «Las causas nobles en las que se embanderan, como la igualdad de género, son una excusa para justificar sus negocios», dijo el Presidente Milei y tiene razón. Al mandatario argentino le vino de perilla este episodio para despacharse a gusto contra la hipocresía de sus enemigos; como quien dice, se la dieron en bandeja. Todo esto está enmarcado en la causa de los seguros en la que el títere aparece como imputado ya que utilizó el poder que le confería su cargo para favorecer a particulares. A Alberto ya no le cree ni Cristina. Como dicen los españoles: «a tomar por saco». Por otra parte,  ¿Qué es lo bueno de lo que hay que hablar? Se confirmó el retorno de Pedro Bordaberry a la actividad política. El mejor legislador que el Uruguay ha tenido en los últimos cincuenta años aborda nuevamente las cuestiones colectivas. A esta altura, hay mucha gente que cree que se larga de Presidente. Con todo respeto hay que explicar que su candidatura es al Senado. De todas maneras, hay quienes lo miran más intensamente que al propio Andrés Ojeda. Concuerdo con los analistas en que Pedro les saca votos a otras fuerzas políticas, además de que en el Partido Colorado se estima que su lista será la mayoritaria en las Elecciones Generales. Supo manejar muy bien su propia ausencia. Cuando anunció su retiro, la gente sabía que, en algún momento, volvería a estar en el ruedo. No se postuló en las internas, ya que no quiso correr la carrera presidencial. Inteligentemente, no apoyó a ninguno de los contendores para no verse comprometido. Una vez que las cartas estuvieron echadas marcó su presencia. Es un muy buen movimiento. Este país necesita personas que cuando ocupen cargos públicos, lo hagan con conocimiento de los temas que importan, pensando en el bien de todos y no como representantes de camarillas que manejan todo entre gallos y medianoche. Hay que ver cómo encaja Pedro en la nueva ecuación, que lo tiene como figura central pero sin ser presidenciable.