noviembre 13, 2025
Master Escribe Cardozo

«El hogar es un sagrado inviolable; de noche nadie podrá entrar en él sin consentimiento de su jefe y de día sólo con orden expresa de Juez competente, por escrito y en los casos determinados por la Ley «, reza el artículo 11 la Constitución de la República. Es muy difícil no estar de acuerdo con una máxima tan clara, que fue incluida en la primera ley para darle seguridad a la población y establecer límites a la tarea policial. Desde hace bastante tiempo, varias naciones, que manejaban  dicho concepto se fueron apartando del mismo. Para el Uruguay continúa siendo sagrado. No es necesario explayarse en lo que aconteció en los períodos de excepción, muy especialmente en el último que se vivió desde 1973 a 1985, lapso de tiempo en que estuvieron conculcadas las libertades esenciales de todos los ciudadanos. Las dictaduras no respetan la separación de poderes y los hogares de muchos uruguayos fueron violentados. El tema de los allanamientos nocturnos, o sea, la posibilidad de hacerlos por parte de la policía, reclama una decisión ahora mismo. El soberano será el encargado de decidir, tal como debe ser. Nos ha tocado vivir en una época en la que todo se mueve a ritmo de vértigo. El delito, o sea «toda acción u omisión expresamente prevista por una Ley Penal» ha adquirido dimensiones inimaginadas. La droga y todo cuanto la misma representa ha horadado de tal forma a las sociedades occidentales que, a esta altura nos preguntamos si en algún momento podrá aparecer alguna solución. No obstante, el Estado tiene el deber irrenunciable de combatirla ofreciendo resistencia permanente. Hoy día, lo hemos dicho más de una vez, pareciera que los delincuentes, en especial los traficantes, estuvieran mejor equipados que la policía. Y las cosas se complican cuando baja el Sol. Ocurre de esa forma porque «ellos» saben muy bien que los uniformados no pueden ingresar a una finca en horas de la noche. ¿Nos hemos preguntado cuántas casas de familia, en las que vive gente de bien y honrada, son utilizadas como bocas de venta de droga? ¿Tenemos idea de la cantidad de personas de todas las edades que están en forma permanente bajo las amenazas de los narcotraficantes? Son incontables en todo el país, sin importar dónde se dan: ciudades, pueblos, villas, zonas rurales, rutas, caminos vecinales, balnearios, etc. Entonces aquí aparece el primer dilema. Nuestra Carta Magna, por razones de humanidad, es clara en cuanto a la prohibición del ingreso en horas de la noche. Pero la situación que se vive estaría ameritando un cambio urgente. Cuando la policía tiene el conocimiento o, simplemente, la sospecha de que en una vivienda hay droga, tiene que entrar, incautar las sustancias que se encuentren y poner a disposición de la Justicia a todos quienes estén allí. «La policía se puede equivocar e ingresar a un domicilio que no es en el que está la droga», dicen algunos. Correcto, tienen razón en esto. Claro que la policía se puede equivocar; pero si no le damos instrumentos para que, al menos, puedan hacer algo todo va a seguir empeorando. «La policía no está preparada para asumir esa responsabilidad», dicen otros. También a éstos les asisten razones. Y habrá que capacitarla en la nueva norma constitucional, explicando que los nuevos procedimientos fueron aprobados por la ciudadanía en elecciones libres. Como en tantos otros casos habrá que ser muy claro en las potestades de recusación y será de orden adaptar el protocolo a las nuevas situaciones. Se trataría de una norma que está destinada a no causar simpatías; no obstante podría llegar a ser muy útil. Es muy difícil que la misma se acepte si no es a regañadientes. De seguro no faltarán aquellos que pretendan utilizar este tema para beneficio personal. Las reminiscencias de décadas atrás causan un inevitable resquemor que está dentro de la lógica. Todos tenemos en claro que la pradera se está incendiando y que las víctimas son incontables. A no ser que a alguien se le ocurra una idea mejor, a la sociedad no le queda otro camino.  No se va contra la libertad de nadie sino que se trata de proteger la seguridad de todos.